28 de agosto de 2008

El hincha


Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.

Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.
Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.
Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.
Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.
Eduardo Galeano
El fútbol a sol y sombra (1995)

20 de agosto de 2008

Se viene la avanzada simiesca


Por Facundo Bianco
El portal minutouno.com, propiedad de Chiche Gelblung, acostumbra a publicar boludeces y curiosidades, además de chimentos nacionales e internacionales, y de opinar barbaridades sobre política.

El miércoles 13 de agosto sorprendió con uno de sus originales títulos, haciéndose eco de una noticia difundida por la agencia IANS, de la India.

Según dicha agencia, una violenta banda de monos asaltó una comisaría en la ciudad de Agra, al norte de la India, y tiene a toda la policía local preocupada por recuperar una serie de documentos de vital importancia.

El brutal asalto sucedió el domingo, cuando una veintena de monos enajenados (se presume bajo los efectos del paco) obligó a la policía a pedir refuerzos, al verse desbordada por la ofensiva simiesca. Una vez expulsados los chimpancés del establecimiento policíaco, los oficiales colocaron redes y verjas para asegurar las instalaciones.

Entre los documentos robados por los “monochorros”, como los llamó Mariano Grondona desde su programa, había algunos con importante valor judicial, según la agencia que divulgó la noticia fuera de las fronteras de Agra, ciudad donde ahora no sólo reposa el célebre Taj Mahal, sino también una red del crimen organizado... organizado por monos.




Con la intención de llevarlos al banquillo de la Justicia, devolverlos a la selva o simple y llanamente condenarlos a pena de muerte, los vecinos de Agra han presentado denuncias y hasta han iniciado una campaña en contra de los monos, dando por tierra con aquel equilibrio y pacto de amor que habían logrado Tarzán y su recordada compañera, Cheeta.

El líder de los simios, desde la clandestinidad, aseguró que no merecen la prisión ni ninguna pena similar, amparándose en el precedente sentado en Argentina por Luis D’Elia (según fuentes científicas, hay un parentesco familiar entre los monos y el piquetero, no físico si no mental), cuando años atrás tomó una comisaría en La Boca.



“Claro, como D’Elia es pingüino se lo protege desde el Gobierno”, fueron sus primeras palabras en un comunicado que fue difundido por cadena nacional. “Pedimos la igualdad en el reino animal”, cerró el documento.

El tema ha trascendido fronteras y culturas, y ha llegado a este rincón del mundo, preocupando a las autoridades locales. El Mono Burgos, el Mono Relojero de los Kapanga, Navarro Montoya, y hasta el Mono Tití (primo de Fernández, periodista deportivo), son algunas de las células terroristas que operan en la Argentina. Además, un grupo armado estaría desarrollando tareas en la provincia de La Rioja, bajo las órdenes del Mono Carlo’.

"Las mujeres y los niños de la parte vieja de la ciudad tienen mucho miedo. Los monos son violentos y cada día recibimos numerosas quejas", pataleó el jefe del departamento animal. Los noticieros y los principales matutinos ya se hicieron eco del brote delictivo, proponiendo encuestas a sus lectores a través de sus portales en la web.

De tales encuestas se desprende que el 57.3 por ciento de los votantes opinó que se debe recrudecer la ofensiva bélica contra los monos, comandada por las eficientes fuerzas estadounidenses, que ya habrían enviado tropas tanto a La India como a la Argentina. Las que venían para acá, sin embargo, aprovecharon su paso por Cuba, Venezuela y Bolivia para saldar algunas cuentas.




Por otro lado, un 12.7 por ciento de votantes descree de la peligrosidad de la avanzada simiesca a nivel local, y califica al tema como “una monería”.

El 11 por ciento dijo odiar a la oligarquía gorila, familiares directos de los actuales monos pungas, y el 9 por ciento restante culpó a la violenta escalada simiesca de ser el principal factor por el cual aumentó el precio de venta de un monoambiente en Capital Federal.

"Muchos turistas han sido atacados y mordidos por los monos, pero las autoridades no hacen nada para detenerlos y están proliferando", se quejó un comerciante de Buenos Aires, que tiene un local en la coqueta zona de Recoleta.

Sin embargo, el conflicto desencadenó una puja de intereses y la inminente guerra de clases. Desde el Gobierno se aplicó retenciones a la exportación de bananas, donde un holding empresario liderado por monos obtiene las mayores regalías. La “monogauchocracia”, como la denominaron los medios, se ha movilizado arrojando bananas en todas las rutas del país.

Una gran porción de la clase media, a su vez, se manifestó golpeando sus cacerolas de teflón con los simpáticos plátanos. Pero las marchas en los principales puntos de la Ciudad de Buenos Aires no prosperaron: cuando el incesante golpeteo revolucionario hizo estallar los plátanos, manchando así las elegantes vestimentas, las adineradas manifestantes se marcharon indignadas, pidiendo la aniquilación de los simios.

Cual manotazo de ahogado, el Gobierno nacional ha declarado el Estado de Simio… digo, de sitio.



13 de agosto de 2008

Los puntos negros de 2000


Por Matías Alba

Es simplemente lamentable. Pensar que estamos en 2008 y que algunas de esas personas sobrepasan los 30 ó 40 años. Me estoy refiriendo a los individuos que no se ponen colorado en exclamar las siguientes frases: “Son negros ignorantes de mierda”, “no merecen vivir”, “no tienen cura”, y la infaltable “hay que matarlos a todos”. Ah, sin olvidar la célebre “que se vayan a su país”, para los extranjeros (pero ojo, nunca dirigida a ingleses, franceses o polacos).
En mi trabajo matutino, que transcurre en una librería de Avellaneda, cada santo día tengo que escuchar a cada personaje que, directamente, opina o afirma sin pensar, razonar o peor aún, sin informarse.
Por ejemplo, esta semana ingresó al local una señora mayor (tendría alrededor de 60 años) a sacar una fotocopia. Mientras la atendía, empezó con su repertorio: “Recién me atendió un negro que no sabía ni hablar. Me parece que era boliviano o paraguayo. Yo no sé porque ponen a ese tipo de gente a trabajar. No saben hacer nada”. Y se retiró con el plus: “Hay que hecharlos a todos a su país”.

Este es uno de los tantos ejemplos que presencio cada día, cada hora, cada minuto. Además, estoy muy asombrado y triste por la cantidad de personas que superan el medio siglo -perdón por la repetición, pero creo que vale la pena remarcarlo-, que por diversos motivo piden a gritos la pena de muerte, pero claro, en su mayoría para la gente de bajos recursos o que viven en lugares muy humildes. En vez de hacerlo, pero reclamando más educación, cultura e integración a la sociedad de los que menos tienen, para que -como está comprobado- se terminen los problemas de pobreza e inseguridad. De lo contrario, mientras se pida más mano dura, seguirá todo igual (no obstante, este tema en particular tendrá el lugar que se merece en otra nota).
Por su parte, que toda la gente tipo Micky Vainilla -personaje del genial Diego Caposotto- que razone un poco y no exiga demasiado el fusilamiento a los “negros” o “inmigrantes ilegales”, porque justamente hacen el trabajo que a ellos no le gusta.


7 de agosto de 2008

Muestras



Por Juan Ignacio Apogliessi

"El Tribunal Oral Federal de Corrientes condenó ayer a tres oficiales retirados
del Ejército y a un ex comandante de Gendarmería por crímenes de lesa humanidad
cometidos en el Regimiento de Infantería 9 durante la dictadura. El empresario
ganadero y ex presidente de la Sociedad Rural de la provincia, capitán Juan
Carlos De Marchi, apodado “El Electricista” por sus destrezas con la picana,
pasará 25 años en una cárcel común como cualquier hijo de vecino. La sentencia
incluyó la absolución de un suboficial del Ejército, la segunda desde la
reapertura de las causas, y un espectáculo dantesco de la militante por los
derechos de los genocidas Cecilia Pando, que incluyó amenazas de muerte a los
jueces, a la diputada Victoria Donda y al titular de la Secretaría de Derechos
Humanos, Eduardo Luis Duhalde."

Este fragmento fue tomado de una nota que Diego Martinez escribió para el diario Pagina 12 y lo encuentro destacado porque resume en algunas lineas toda la situación vivida luego de la lectura de la sentencia.


El resultado, a grandes rasgos, deja matices. Por un lado, la correcta política de Derechos Humanos y, por el otro, las migas de un ideal, y sus miserables formas de defensa, que no hacen más que tornar aún más correcta dicha política de Derechos Humanos.


Esperanza y alegría, para todos menos para ellos mismos, es el camino que parecen tomar los destinos de las bestias que mancharon de sangre la historia des nuestro país. De a poco pareciera que la historia va encausando su dirección hacia la justicia, ausente durante mucho tiempo disfrazada por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y enterrada con el terrible indulto concedido.


Asco y bajeza, terror y más terror, tristeza y mucha bronca producen escuchar, leer, analizar, reflexionar acerca de lo que una activista, y tristemente defensora del terrorismo de Estado, como Cecilia Pando puede llegar a vocalizar, enfundada en el mismo odio por la vida que demostraron sus protegidos.


Decir que es inhumano su parecer es aceptar su teoría de calificar y descalificar a un ser igual que todos. Me inclino, personalmente, por apodar a esta mujer de obtusa, de ignorante, de mal aprendida e increíblemente descarada.


Ella, al igual que los condenados, y muchos que no lo están, no hacen más que darle sentido a seguir peleando por una justicia que no debe frenar su curso a la hora de encerrar, mediante una ley constitucional, a los responsables de muchas pérdidas. A todos los responsables.


Un capítulo más que muestra la forma como unos responsables autoritarios del Estado manejaban las cosas hace algunos años. Y la forma en que hoy esos mismos deben hacerse cargo de los delitos que han cometido.

La fe es mía


Por Facundo Bianco

No sé si la fe mueve montañas. Pero hay algo seguro, y es que la fe, entendida bajo las distintas concepciones religiosas, ha sido el principal motor de una gran porción de la población de este planeta a lo largo de su historia.
Desde el discurso, cada religión se ha apoderado del concepto de fe. Así, se institucionalizaron las creencias de millones de personas, y se convirtió en negocio, en estructura de poder y de control.
En este rincón del mundo, fue el catolicismo el que logró mayor cantidad de adeptos, utilizando métodos un tanto difíciles de justificar. Más de cinco siglos atrás, la cruz convertida en espada aniquiló a miles de indígenas, dueños naturales de estas tierras, y obligó a los sobrevivientes a cortar de raíz con sus más grandes tradiciones.
El mensaje fue concreto: Dios o muerte. Ellos ya tenían sus dioses, y entre sus herencias más pesadas, cargaban con una fe infinita y una creencia de que todo sucedía por obra y gracia de aquellos, sus venerados dioses. El sol y la luna, por ejemplo.
Pero su fe no respondía al mismo Dios al que rendían cuentas aquellos piratas españoles que asomaron por el océano atlántico, y ese fue motivo suficiente para llevar adelante uno de los primeros grandes genocidios de la historia.
Como pasa con toda las organizaciones de grandes dimensiones, el dinero y el poder (el orden de los factores no altera el producto) fueron definiendo la injerencia de su doctrina en distintas sociedades. La acumulación de fieles comenzó mucho tiempo antes, más precisamente en el siglo IV, cuando el Imperio Romano adoptó el cristianismo como religión estatal. A partir de allí, los herejes fueron considerados enemigos del Estado, y para contener la creciente herejía que se expandía por el mundo, surgió en Francia una idea del Papa Inocencio III: La inquisición.
Hacia 1478 apareció la inquisición española, que tuvo jurisdicción más tarde sobre varios lugares del continente americano. Dependía directamente de la corona española, que mostraba su poder a través de un grupo policial. A los herejes se les aplicaba, en el mejor de los casos, la confiscación de sus bienes y la cadena perpetua. La opción más utilizada, sin embargo, era la pena de muerte.
Así, no fue extraño que el método de sometimiento llevado adelante con la veña de la Iglesia Católica en el próspero continente americano de 1492, fuera tan violento.
Ya para el siglo XX, el papel de la Iglesia en Argentina, como en el resto de Latinoamérica, camino siempre de la mano del poder capitalista. Apoyó las más cruentas dictaduras y persiguió y entregó a sus propios curas tercermundistas que ponían el rol social por encima de los intereses institucionales. Retrógrados y conservadores, los máximos dirigentes del clero defendieron genocidios, asesinatos políticos y vaciamiento económico de países enteros, persiguieron comunistas y mantuvieron relaciones más estrechas con las autoridades militares que con las democráticas.
La Iglesia Católica impuso e impone costumbres como arrodillarse, rezar, confesarse y demás. Sin embargo, algunos fieles, y otros no tanto, eligen brindar toda su fe a creencias paganas y populares que, no por estar fuera de la institución más represora de la historia, deben ser catalogadas como “payasadas”.
¿Sienten tambalear su poder cuando sus fieles clientes miran para otro lado?
La descalificación es el primer síntoma del miedo.
Las costumbres de las distintas culturas merecen respeto, lo que no implica tener que seguir sus prácticas y preceptos.
Si una institución genocida y corrupta pregona su fe, y se la respeta a lo ancho del mundo, deberían tener la misma suerte otras formas de fe, como las paganas.
¿El Gauchito Gil merece el mismo respeto que Cristo?
¿Por qué no?
Pregonar una forma de fe como la única fe posible, es clientelismo.
Y en eso anda la Iglesia Católica por estos días, viendo si el balance le da positivo.

6 de agosto de 2008

El vigilante medio argentino


Esta nota fue escrita por Alejandro Seselovsky, y publicada en el diario Crítica de la Argentina, del 06 de agosto de 2008.

"Jamás, de ninguna manera, se me ocurriría mandar un poquito bien a la concha de su madre a la clase media de Buenos Aires. Inflo el pecho para decirlo: mi clase media. La que ahora se siente satisfecha de sí misma cuando boquea con suficiencia su nueva y tan saludable proclama: ¡Qué bien Cobos!

La clase media que puteaba a los piqueteros del hambre porque la hacían llegar tarde a la terapia y que ahora se compra la banderita y va al acto del campo para sentirse solidaria, para sentirse una hermana federal. La que lee La Nación en la barcito de GEBA y que siente que Grondona ya fue, pero qué bien este Joaquín Morales Solá, cómo piensa. O lee Crítica de la Argentina, y entonces lo que piensa es qué bien el gordo, cómo le pega a estos turros.

La que de ninguna manera se espanta con los negros que llegan en los camiones del conurbano pero en el fondo preferiría que hubiera menos camiones, menos negros y de paso menos conurbano. Así, de un plumazo, que no hubiera: por qué tiene que seguir habiendo. La que putea a los chicos del call center cuando el celular no le manda bien los mensajes de texto. La clase media que en el 95 votó a Menem porque se quería seguir yendo a Nueva York con los 1000 pesos de su salario dolarizado mientras rosarinos desclasados carneaban vacas sobre la avenida Circunvalación o neuquinos expulsados de sus empleos tras la privatización de YPF cortaban caminos en Cutral Có, pero que cuando le tocaron los plazos fijos sintió que lo que le estaban tocando era el culo, y salió a cacerolear porque con el hambre de gente que vive en esos taperíos no sé, pero con los plazos fijos no se jode.

Esa mezquina, desmemoriada, garca, egoísta, autoindulgente, vigilante y un poco bastante gallina clase media que se indigna con la marca de la cartera de nuestra señora presidenta, que ve allí, en esa exaltación del consumo por el que muere mil veces, los grandes males de la patria. Y entonces se sube con la virgencita a gritar Argentina, Argentina y le estampa un beso a Luciano Miguens y le agradece por defendernos del gobierno que le cae mal: cuestión de piel, ¿viste? Nos cae mal.

La clase media vecinalista que está pensando en los destinos del país y que cree fervientemente que nos vamos a ir para arriba el día que saquen a patadas en el culo a todos los cuidacoches de Palermo, porque te rayan el auto y el auto de la clase media es la proyección de un ser supremo nacional, incluso por encima de los plazos fijos, fíjense. En el 82 llenó la plaza porque creía en sus generales y en que la guerra era una guerra ganada y en 2004 le firmó las papeletas al ingeniero Blumberg porque creía que de verdad era ingeniero y que iba a terminar con la inseguridad, esa cosa mala que inventaron los pobres y sobre la cual la clase media no siente que tenga ninguna responsabilidad social, por qué iba a tenerla.

Supongo, como ya ha supuesto el chico Salmón en uno de esos talksongs radiográficos que tiene, que será el destino divino, tan fino, tan occidental y cristiano. Cosmopolita y parisino. Tan típico Matute pero no el de Don Gato. Supongo que el vigilante argento además es barato: además es barato. Y que así deber ser el estilo tan fino, del vigilante medio argentino.Nací y crecí en esa clase media. La que vive en barrios con poca voluntad de serlo. (San Juan y Boedo es la esquina de un barrio, y no hay Norte que alcance para convencerme de que Laprida y Mansilla es la esquina de otro, mal que le pese a la memoria de Xul Solar).

La clase que se siente bien de sí misma porque no se mete en política, nunca se ha metido, siempre fue antiperonista. A esa clase le conozco sus clubes y sus colegios. Yo soy ella, así que no, jamás. Mandarla a la concha de su madre. Cómo se me va a ocurrir".