Por Matías Alba
En mis incrédulos 28 años observé y aprecié muchos recitales. Ya sean de grupos o solistas de cabotaje o internacionales. Sin embargo, el viernes 20 de febrero de 2009 me di cuenta que hay bandas que son, simplemente, otra cosa. De otro mundo. De otro universo.
Apenas pisaron el escenario los cinco integrantes de Deep Purple (tres son sobrevivientes de la formación original) y sonaron sus primeros acordes y melodías, me di cuenta que no sentiría y observaría lo mismo que otras veces. Esa guitarra, ese bajo, esos teclados, esa batería y esa única e impecable voz demuestran que el fuego sagrado del rocanrol perduran y perdurarán por siempre en el tiempo. Sin importarle el paso de las horas, los días y los años. Además, en esa hora y treinta y cinco minutos mágicos que duró el recital, me di cuenta que estos “especímenes” –como también lo son Pink Floyd y Led Zeppelín- son inigualables y que faltará mucho –muchísimo- tiempo para que se asome otra banda que alcance las perfecciones que poseen estos eternos grupos.
Así, ese viernes caluroso de febrero, tomé conciencia que, musicalmente, Deep Purple es otra cosa…
Apenas pisaron el escenario los cinco integrantes de Deep Purple (tres son sobrevivientes de la formación original) y sonaron sus primeros acordes y melodías, me di cuenta que no sentiría y observaría lo mismo que otras veces. Esa guitarra, ese bajo, esos teclados, esa batería y esa única e impecable voz demuestran que el fuego sagrado del rocanrol perduran y perdurarán por siempre en el tiempo. Sin importarle el paso de las horas, los días y los años.
Así, ese viernes caluroso de febrero, tomé conciencia que, musicalmente, Deep Purple es otra cosa…
Dedicado a Hernán, el hermano de mi alma que me presentó otra maravilla del mundo....
Te amo y gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario