28 de julio de 2008

Las "claves del éxito" de la vida

Por Matías Alba

Agarrarse un testículo (pero que sea el derecho), tocar madera (pero que tenga cuatro patas), tocarse un pecho (del mismo lado que el testículo), caminar para atrás luego de ver un gato negro, hacer “cuernitos” o hasta invocar -tres veces seguidas- al genial músico Osvaldo Pugliese. Todas esas.....¿payasadas?, son las que la gente......¿incrédula?, realiza cuando tiene a la maldición cerca o asechándola.
Sí, suena raro pero es real. No se puede creer la cantidad de personas que le dan un valor paranormal a determinadas acciones u objetos.
Pasar por debajo de una escalera, volcar la sal, nombrar alguna persona que, supuestamente, envía la mala suerte con llamarlo o el pobre felino, que sólo por tener su pelaje oscuro, brinda nada menos que ¡siete! años de fustraciones. Pero es más increíble escuchar que hay individuos que le hechan la culpa a esos hechos de ser los causantes de peleas con gente querida, de tener un día para el olvido en el trabajo, de rendir mal un parcial o hasta de que salga mal un proyecto. Simplemente, increíble. Ah, sin olvidarme que también envía rayos malignos los pelirrojos, los “renjos”, algunas flores, las tijeras abiertas y hasta nombrar a la víbora. Sin palabras.
Buscar explicaciones es muy difícil. No obstante, me preocupo por la falta de seguridad en sí misma que tiene toda esa gente.

Pero.......uy, qué barbaridad todas las maldiciones que invoqué en esta nota. ¡Qué terrible! Entonces, por consiguiente, para las personas que se creen todo esto, este blog tendrá un problema técnico irreparable y todos sus integrantes tendremos a la parca a cuestas. Nooo..., encima yo lo escribí. Bueno, me voy a bañar en vinagre para tratar de zafar, pero por las dudas, aprovecho para despedirme de todos mis seres queridos, antes de que se me caiga un piano de cola en la cabeza o que un avión aterrize en mi habitación.

21 de julio de 2008

Que nos quedemos sentados


Por Lucia Apogliessi -15 años-


“Que nos quedemos sentados”, eso es al parecer lo que nos piden, mientras el Teatro Colón -inaugurado el 25 de Mayo de 1908 con la majestuosa obra Aída, del compositor italiano Giuseppe Verdi- está siendo supuestamente renovado.

Siendo uno de los monumentos históricos más representativos de la República Argentina junto con el Palacio de Congreso y la Casa Rosada este teatro se mantiene cerrado actualmente con una promesa ya gastada de ser prolongada: “El Colon se mantendrá cerrado durante dos años para recibir los arreglos necesarios y se reabrirá nuevamente en su centenario”; nos dijeron.

El centenario del Colón se cumplió este año, 2008, pero somos argentinos y en estos tiempos estamos acostumbrados a la mediocridad cotidiana: el egoísmo, la corrupción la hipocresía, parecen los nuevos valores instalados en nuestra sociedad.

Está más que claro que no debemos acatar promesas ni pedidos de confianza, debemos exigir que los responsables actúen y en consecuencia ahora nos hacen creer que va estar abierto nuevamente para el 2010. Por otra parte, este es un tema, que al parecer esta siendo tratado con bastante indiferencia por la gente, o más bien con una pasividad resignada.

¿Qué nos sucede? El Colón ha sido siempre un teatro venerado por los públicos de prácticamente todo el mundo y ni hablar por los grandes artistas.

Más allá de su acústica de referencia, es un lugar que carga con una larga tradición musical argentina comenzada en el siglo XVIII, es decir tiene mucho que ver con nuestra cultura y nuestra identificación como nación. Y todo esto por no nombrar la importantísima y prestigiosa infraestructura, al cargo de Francesco Tamburini, Vittorio Meano y Jues Dormal, con un estilo como pocos los hay en el mundo, y si hay algo que tiene esta obra atada es el adjetivo único. Pero esto vas más allá de la fachada y lo que pueda parecerle al mundo y aún más como atraiga al mismo.

Este es un lugar donde una multitud de artístas virtuosos trabajan todos los días para ganarse el pan. Un claro ejemplo de estos es el famosísimo ballet que posee el Colon, o la deslumbrante orquesta. ¿Cómo es la vida de estas personas? Sabiendo lo sacrificadas que son las cinco carreras que otorga el teatro (Danza Clásica, Canto Lírico, dirección escénica, dirección musical de ópera y caracterización) y sabiendo a su vez que estos trabajadores no cuentan ni con un sindicato que defienda sus derechos ni sus salarios. Entonces… ¿qué peor que quitarle el orgullo de ser artista a un artista? Es como sacarle los pies a un bailarín para que pueda bailar o las manos a un músico para que pueda tocar.
Además, ningún teatro cuenta con un escenario tan eficiente como el del Colón y menos aún con tal acústica (y esto en gran parte se debe a la poca importancia que se le da al ámbito artístico en este país) y en consecuencia, los ensayos y las prácticas se tornan muy difíciles.
Para pensar, ¿no?

18 de julio de 2008

Era para festejar con champán

Por David Cufré (Página 12 / viernes 18 de Julio de 2008)





No es raro que las entidades ruralistas hayan festejado con champán apenas Julio Cobos anunció su voto contra el proyecto de retenciones móviles. La eventual derogación de la resolución 125 –el Gobierno todavía no definió qué hará– aumentaría los ingresos de los productores de soja en casi 20 por ciento, para llevarlos a un nivel inédito. Con la 125 todavía vigente, los derechos de exportación se ubicaron ayer en 46,6 por ciento, en virtud de un precio internacional de 552 dólares la tonelada. Si las retenciones volvieran al 35 por ciento del 10 de marzo pasado, los productores pasarían a cobrar 1126 pesos la tonelada, en lugar de los 944 pesos de ayer.
Lo más sorprendente es que los productores esperaban ganar 804 pesos la tonelada cuando sembraron soja en octubre del año pasado. Esa era la remuneración prevista con las retenciones a 27,5 por ciento y un precio internacional de 356 dólares la tonelada. Ahora el precio internacional está en 552 dólares la tonelada, las retenciones, en 46,6 por ciento y los ingresos para el productor al día de ayer alcanzaban a 944 pesos la tonelada. Si la retención bajara a 35 por ciento, los productores embolsarían 1126 pesos la tonelada. Los más favorecidos serían los medianos y grandes, que quedaban fuera del esquema de reintegros previstos por el Gobierno.
Según datos de la Bolsa de Cereales de Rosario, en junio pasado el precio internacional de la soja promedió los 531 dólares la tonelada, mientras que en igual mes de 2007 estaba en 281 dólares. El aumento fue nada menos que del 89 por ciento. Esa disparada es la que explica que el nivel de rentabilidad de los productores de soja sea extraordinario. Por más que algunos costos aumentaron, no lo hicieron ni cerca en la proporción que crecieron los ingresos. De hecho, los herbicidas (glifosato) y fertilizantes representan sólo el 14 por ciento del costo total del productor: entre el 45 y el 50 por ciento se explica por el arrendamiento de las tierras.
En junio de 2006, la soja se ubicó en 227 dólares la tonelada, mientras que en igual mes de 2005 estuvo en 243 dólares, en 2004 en 245 dólares, en 2003 en 225 dólares y en 2002 en 190 dólares. Según un estudio de la Secretaría de Agricultura, los ingresos que recibe el productor de soja son los mejores de 2002 en adelante, considerado a valores constantes.

15 de julio de 2008

Sonreí





Por Juan Ignacio Apogliessi



Sonreí, porque si sonreís vas a hacer sonreír a otros. Y si otros sonríen van a hacer sonreír también a otros más. Y si otros más también sonríen significa que tendremos una sociedad más feliz. Y si tuviéramos una sociedad más feliz, podríamos empezar a resolver nuestros problemas. Y si empezáramos a resolver nuestros problemas tendríamos mas chances de salir adelante. Y si saliéramos adelante podríamos ayudar a que los otros salgan adelante. Y si lo otros salieran adelante, no nos pelearíamos tanto. Y si no nos peleáramos tanto podríamos conversar. Y si conversáramos podríamos decirnos mutuamente como estamos. Y si nos diríamos mutuamente como estamos, podríamos mirar más ampliamente la situación. Y si pudiéramos mirar más ampliamente a la situación, podríamos tener una conciencia crítica de lo que nos sucede. Y si tuviéramos una conciencia más crítica de lo que nos sucede, podríamos evaluar nuestros aciertos y desaciertos. Y si evaluáramos nuestros aciertos y desaciertos podríamos convertirnos en mejores personas. Y si nos convirtiéramos en mejores personas, elegiríamos mejor nuestros destinos. Y si eligiéramos mejor nuestros destinos podríamos ayudar a los demás a elegir mejor sus destinos. Y si ayudáramos a los demás a elegir mejor su destino, podríamos crecer juntos. Y si creciéramos juntos, no habría tanta desigualdad. Y si no habría tanta desigualdad, podríamos disfrutar mejor lo que tenemos. Y si disfrutáramos mejor lo que tenemos, podemos aprender a valorar eso que tenemos. Y si valoráramos eso que tenemos podemos ayudar a que los demás valoren lo que tienen. Y si ayudáramos a que los demás valoren lo que tienen, cuidaríamos lo nuestro. Y si cuidáramos lo nuestro, tendríamos algo que defender. Y si tuviéramos algo que defender, tendríamos algo por lo que pelear. Y si tuviéramos algo por lo que pelear, tendríamos gente en la cual confiar. Y si tuviéramos gente en la cual confiar, podríamos seguir aprendiendo. Y si siguiéramos aprendiendo, podríamos crecer como personas. Y si creceríamos como personas ayudaríamos a crecer a los demás. Y si ayudáramos a crecer a los demás, sabríamos como cuidarnos. Y si supiéramos como cuidarnos, no tendríamos tantos miedos. Y si no tuviéramos tanto miedo, podríamos tener más metas. Y si tuviéramos metas, podríamos arriesgarnos a más. Y si nos arriesgamos a más, conseguiríamos nuevas cosas. Y si consiguiéramos nuevas cosas, tendríamos más competencias culturales. Y si tuviéramos mas competencias culturales podríamos destacar lo más bello de la vida. Y si destacáramos lo más bello de la vida, nos daríamos cuenta de lo que es el amor. Y si nos diéramos cuenta de lo que es el amor, conoceríamos la importancia de la familia. Y si conociéramos la importancia de la familia, sabríamos lo que es la amistad. Y si supiéramos lo que es la amistad, sabríamos como ser más felices. Y supiéramos ser más felices, sin dudas tendremos razones para vivir sonriendo.

1 de julio de 2008

¿El incendio y las vísperas?




Señora Presidenta:
Con todo respeto, nuevamente me permito reflexionar como cuando le escribí, hace meses, a propósito del Tren Bala.

Esta semana asistiremos a una crucial votación en el Congreso, y las matemáticas parlamentarias prefiguran un resultado muy riesgoso, porque lo que se juega no son solamente las retenciones. Quizá tampoco la suerte de la democracia, pero sí, seguro, la del Gobierno que usted encabeza. No por nada mi coterránea Elisa Carrió ya dijo en su tono apocalíptico que el Gobierno “está en una situación de jaque mate”.

No sé si es así, pero esas graves palabras delatan el espíritu instalado en la porción de sociedad que los porteños llaman “la gente” y que refiere a las clases medias urbanas que tanto la odian a usted. Un odio irracional y lleno de resentimiento como no tuvieron hacia los dictadores ni hacia Menem, como bien señaló José Pablo Feinmann. Pero es lo que hay, y es un odio desestabilizador que a mí, como a muchos argentinos, nos produce temor.

¿Es que acaso estamos asistiendo a ese golpe cuya sola mención espanta a muchas buenas conciencias intelectuales, pero que poco a poquito va desestabilizando su gobierno? Claro que no hay una conspiración, nadie podría probarla, pero sí han preparado sutilmente un clima propicio para que esta crisis sólo pueda terminar, acaso, con la renuncia de usted.
Entonces uno se pregunta: ¿por qué no reaccionan políticamente, Señora, por qué su gobierno no cambia?

Porque vea: es verdad que han ganado las últimas elecciones con el 46 por ciento de los votos. Es verdad que les sobra legitimidad y tienen mayoría en el Congreso. Es verdad que millones de argentinos están de su lado en ese asunto de las retenciones móviles. Es verdad que los que se autocalifican “el campo” no tienen el apoyo masivo que dicen tener, y en la gran mayoría de las provincias no les dan bola a las cuatro entidades, para decirlo mal y pronto.

Yo he visto, y veo, cómo muchísimos laburantes de clases medias bajas y del pobrerío nacional hacen silencio y miran con hartazgo esta demanda de hidropampeanos que no son todos tan pequeños. Porque nadie que tenga o trabaje más de 150 o 200 hectáreas puede considerarse tal. Los verdaderos pequeños son los miles de campesinos que trabajan de tres a diez hectáreas, y sin títulos de propiedad. Ellos no “hacen soja” ni están representados por la mesa de enlace patronal.

Además, los chacareros que lidera el señor De Angeli son minoría y un “enchastro” ideológico –para decirlo con palabras de él– llámense nueva derecha o vieja izquierda. Pero tienen medios detrás. Que fogonean una “prepotencia gubernamental” que no vieron cuando de veras la hubo, y una “oportunidad histórica” cuya pérdida no es tal.

Parece que los están corriendo con la vaina, Señora. Y por momentos da la impresión de que ustedes son como un automóvil que va a estrellarse. Y con ustedes nosotros, los argentinos que no tenemos ni una vaca ni un metro de tierra; los que pagamos impuestos sin chistar ni haciendo trampas; los que no queremos que vuelva el neoliberalismo que hoy procuran reinstalar las cuatro entidades y casi toda la oposición, se den cuenta o no.

Usted ha de leer y escuchar lo que escriben y dicen los exegetas todo terreno de la desestabilización. Están agrandados: se sienten republicanos y nuevos padres de la patria. No van a acatar una ley que no les guste. Sueñan con verla huir de la Casa Rosada en helicóptero. Están decididos a todo. “Jaque mate”, se ilusiona Carrió.

¿Cómo es que en su gobierno y en su partido no lo ven, Señora? ¿Cómo no se dan cuenta de que si sale la ley como la mandaron y por pocos votos, se viene la sedición neoliberal? Algunos ya lo dijeron y otros eluden decirlo, pero no van a acatar esa ley. Y guarda que este jueves les puede pasar como a Alfonsín con la ley Mucci, cuyo rechazo fue el inicio del fin de su gestión.

Y si acaso la ley sale como su gobierno quiere, el último camino legal –y ellos lo saben– será reprimirlos. Cosa que ustedes no han hecho y no deberán hacer, y eso es algo bueno que este país les debe a su marido y a usted.

Claro que en medio de un montonal de metidas de pata, todo sea dicho. Porque disculpe la franqueza, Señora, pero ustedes a cada rato dicen cosas inoportunas. Cada vez que habla un Fernández, la verdad es que uno tiembla. Siempre hablan provocando, calentando.

Yo no sé si realmente es su marido el malo de esta película, como dicen. No me hago eco de los ladridos a la luna que pueblan la Argentina. Pero admita que no tuvo usted sabios consejeros ni buenos alfiles. Ahí está la detención del señor De Angeli hace un par de sábados; no pudieron cometer torpeza mayor. Y los errores políticos se pagan. Siempre. Usted lo sabe, Señora. Rectifique a tiempo, entonces. Y sobre todo, tome decisiones urgentes. No puede ser que a esta altura de la crisis ustedes todavía no dicen ni una palabra de los minifundistas, que son el verdadero campo de este país y esos sí que están jodidos, Señora, disculpando la expresión.

Aunque sea por supervivencia política, usted debería anunciar una profunda reestructuración del gabinete. Cambie, Señora. Renueve, oxigene. En agricultura y ganadería, en transportes, en aduanas, en impuestos. Quizá también podría anunciar la creación de un Organismo Nacional de Granos y Carnes, y convocar al debate de un Plan Agrario proyectado a 30 años. ¿Qué tal replantear el Tren Bala como parte final de un Programa Nacional de Recuperación Ferroviaria? ¿Qué tal discutir un nuevo plan de coparticipación federal y de retenciones; anunciar la finalización de los superpoderes para 2009, y de una vez reconocer a la CTA, que es la organización obrera que le ha sido más leal y sin chantajes? Usted podría hacer muchas de estas cosas en las próximas horas. Y no hablar más de redistribuir riqueza, al menos mientras su gobierno siga favoreciendo a los grandes pools, las concentraciones económicas y los intereses menos distribuicionistas de este país.

Porque lo que se viene es bravo. Salga la ley que salga, quedarán afuera los campesinos verdaderamente pequeños, millones de seres humanos que fueron expulsados de sus provincias y hoy se hacinan en villas urbanas. Ellos no se interesaron en este conflicto porque son argentinos que padecen hambre, de-socupación, violencia, frío, inundaciones, explotación y hasta el robo de sus tierras, echadas a perder por abogados y glifosatos.

Se vienen otros debates de igual o mayor intensidad: la minería que destruye provincias enteras; los medios de comunicación; la renta financiera; y sobre todo una reforma impositiva para que paguen más los que más tienen y aliviarles el 21 por ciento de IVA a las clases populares, que de hecho pagan un impuesto a la pobreza. Esa sí que será redistribución en serio, Señora.

La vida en democracia es conflictividad en acción. Pero no sirven las polarizaciones. Ningún país serio puede crecer en manos de posiciones energúmenas, con piquetes, carpas, ocupaciones de rutas, calles, plazas y espacios públicos. Y menos cuando los sectores más reaccionarios de la Argentina están unidos: los Rodríguez Saá con Menem y Romero; Cecilia Pando y sus dinosaurios con el PCR y el “socialismo” sin votos; el macrismo y el lilismo con lo que queda de un partido radical que dolería a Alem y Sabattini. No sé si juntos pero sí revueltos, muchos de ellos van por más que esta ley. Van por usted, Señora. Porque perder en el Congreso puede ser el final de su gobierno. Mienten o yerran los que dicen que es sólo una batalla.

La Argentina está todavía en el primer día de la creación: siempre en obra y en crisis. Pero en estos 25 años de democracia crecimos muchísimo y, a pesar de sus infinitas falencias e insatisfacciones, es lo mejor que hicimos los argentinos. Baste recordar lo que era este país hace 30 años: una carnicería. No lo olvidamos. Pero que no lo rife su gobierno, Señora.