23 de marzo de 2011

Había que dejarlo gobernar

Por Matías Alba


Cuando Mauricio Macri se impuso como nuevo jefe de Gobierno no tuve otra reacción que agarrame la cabeza y lamentarme por la vuelta del menemismo y la derecha -de la peor- al plano político argentino y de saber que inevitablemente había una futura decisión del ex presidente de Boca Juniors a ocupar el sillón de Rivadavia.
  Sin embargo, y gracias a Dios, el tiempo de dio la razón. Observar a Macri gobernar es observar a uno de los peores políticos que brindó el país. La falta de muñeca y vocación política es de lo peor que se puede decir del hijo de Franco.
  Las primeras súperdecisiones de Maurito fueron la designación de Abel Posse como Ministro de Educación Porteño. Vale recordar que el ex embajador realizó la mayor parte de su carrera diplomática durante la dictadura. Aunque suele comentar que fue designado en marzo del ’73 por el gobierno de Héctor Cámpora en el consulado argentino de Venecia, en realidad su designación provino de la dictadura del general Lanusse. Y en 1976 siguió en ese cargo gracias al respaldo de un primo almirante y del general Betti, que era el embajador de la dictadura en Italia. En 1981 asumió en el Centro de la Cultura en París, donde se desempeñó hasta 1985. Durante el menemismo, Posse fue embajador en Perú, cuando lo gobernaba Fujimori, quien ha sido condenado por graves violaciones a los derechos humanos. Posse se extralimitó en la defensa de Fujimori y criticó a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, que había planteado las denuncias contra el mandatario peruano. Aunque Posse posa de moderado, en sus columnas de La Nación ha defendido a los represores de la dictadura y cuestionado los juicios contra los asesinos y torturadores. En la Cancillería se lo reconoce como misógino desde que solicitó un secretario administrativo “que no fuera mujer, por sus obvias limitaciones”.
  Y luego, Macri no tuvo mejor idea que nombrar a Jorge Fino Palacios como jefe de la Policía Metropolitana. Este comisario retirado, entre otras manchas, fue acusado en la causa del ataque contra la mutual judía, por una larga serie de delitos como incumplimiento de los deberes de funcionario público, incumplimiento del deber de persecución del delincuente y sustracción de prueba. Pero, además, Palacios registra una llamada telefónica con un integrante de la banda de ladrones de autos que secuestró y asesinó a Axel Blumberg.
  El Fino fue, además, protagonista de una llamativa historia, la de la viuda de Pablo Escobar Gaviria, el famoso líder del cartel de Medellín. La mujer estaba en la Argentina por pedido de las autoridades colombianas y denunció una extorsión de un hombre con el que mantenía una relación personal. Sorpresivamente, se produjo una movida que beneficiaba a los extorsionadores: un oficial del grupo de Palacios la denunció ante la Justicia de manera curiosa. El policía de el Fino dijo que, manejando por la avenida Cabildo, en un semáforo, vio a la viuda –desconocida para casi todos los mortales– en un vehículo que también se detuvo por la luz roja. María Isabel Santos Caballero, nombre adjudicado a la viuda, estuvo 17 meses detenida y, al final, la causa se derrumbó por aquel inicio absurdo, evidente armado policial. La mujer fue sobreseída.
  Pero el “doble de Fredy Mercuri” no terminó ahí con sus decisiones. Hay que recordar las brutales represiones de la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP), un grupo de patota creada en 2008 para hostigar a personas en situación de calle. Tampoco hay que olvidarse de las órdenes de desalojar brutalmente a los “okupas” del Parque Indoamericano y de la presencia de punteros y barrabravas armados mandados por Macri para asustar o golpear a los ocupantes (léase gente sin un techo donde vivir).
  Si se realizaría una madura e inteligente política de construcción de viviendas, habría muchas familias con sus correspondientes hogares y no tendrían que realizar la lamentable medida de ocupar un lugar público para exigir algo tan elemental: un techo (por favor, que nadie me venga con que son vagos que sólo quieren una vivienda de arriba, porque no es así. La gran mayoría son hermanos extranjeros que trabajan “como burros” y como ningún argentino lo hace).
  Y para rematarla, luego de mandar a sus “muchachos” con armas de fuego al Parque Indoamericano para “limpiarlo”, el método que optó Macri justificarse o explicar lo inexplicable, fue el de realizar una conferencia de prensa donde sólo exhaló frases xenófobas y discriminadoras.
  Obviamente, de una persona como él no me extraña.
  Por otra parte, recordemos que “Mauri” afirmó que Carlos Menem fue el mejor presidente de Argentina y que junto con su padre no titubearon, cuando el por entonces presidente del Banco Central durante la última dictadura , Domingo Cavallo, trasladaron la deuda de sus empresas al pueblo argentino.
  Tampoco me olvido del estado desastroso de las calles de la Ciudad, que nunca solucionó el tema de la basura (según Macri: los basureros “robaban” los residuos), de los actos ridículos que realiza mensualmente para presentar alguna de sus ideas, como utilizar un gorrito piluso para propagandar sus playas y que alguien le tenga que soplar al oído lo que tiene que decir (¡a la vista de todos los periodistas y cámaras!) cuando fue el inconveniente con los trabajadores del subte.
  Por todo esto, ahora le agradezco a Dios que Mauricio Macri haya ganado aquellas elecciones y que todos pudieron “apreciar” cómo gobierna y las políticas que implementa el heredero de Carlos Saúl.



El video donde le tienen que soplar a Macri para saber qué contestar...

Talentos...

El taxista brasilero imita al recordado Michael Jackson




Y un chileno hace lo propio con Shakira



Aplausos...

Lamentablemente, no hay otra opción…

Por Matías Alba
Siempre me rehusaba a esta medida. No había forma de entenderlo. No podía imaginar un partido de fútbol sin lo más lindo que existe en ese único mundo: el folclore futbolístico.
  Sin embargo, ahora, y lamentando una nueva víctima, estoy convencido que la única forma para que se terminen las muertes en el fútbol argentino es jugar los partidos sin el público visitante. Especialmente, porque de esta manera se le termina “el negocio” a varios, como dirigentes, barrabravas y policías, entre otros.
  El último asesinato sufrido en el mundo de la pelota, el de Ramón Aramayo (36 años), abrió varias incógnitas (algunas nuevas y otras no tanto): para arrancar, hay que saber que ya estaría casi confirmado que al simpatizante de San Lorenzo lo mató la policía y –aunque usted no lo crea- la Comisaría 44 (de donde son los correspondientes efectivos) desde hace mucho tiempo vienen cometiendo diversas irregularidades. Sin titubear, se podría asegurar que los hechos de violencia y el asesinato de Aramayo no fueron casuales: la bronca acumulada en la Policía Federal por la limpieza iniciada esa semana por la ministra de seguridad, Nilda Garré, estalló de bronca a varios comisarios. Y encima, según las investigaciones de varios periodistas (como Gustavo Grabia), ese hecho sólo habría sido el inicio de una verdadera movida de la Federal para desestabilizar a la ministra de Seguridad.
  En resumen, el asesinato de Aramayo producido por efectivos policiales de la seccional 44, no sería una mera casualidad. "La policía, primero, liberó la zona para dejar que la barra de Vélez llegara hasta la calle Baragán -por donde ingresa siempre el visitante- y tirara piedras contra la gente de San Lorenzo. Y cuando los del Cuervo reaccionaron, los canas empezaron a los palazos limpios, pero sólo contra los de San Lorenzo. Estaba todo muy bien armado. A Ramón lo mataron a golpes, estando en el suelo y esposado", dijo un testigo directo del hecho.
  Por todo esto (y muchos más ya sucedidos), no hay dudas que un encuentro de fútbol con sólo el público local sería la solución inmediata y más sensata para terminar con la violencia o, directamente, con víctimas fatales en el fútbol. Además, como ya afirmé anteriormente, se le termina el “juego sucio” a varios personajes que viven o aprovechan del deporte más popular del país para realizar sus negociados.
  Por otro lado, si sólo concurriría los hinchas locales a los partidos, volvería mucha familia a los estadios y podrían hacerlo muy tranquilos, sabiendo que pueden lucir sus camisetas sin problemas, ingresar por cualquier calle y salir sin miedos. Personalmente, ahora que soy padre de una nene que está pronto a cumplir su primer año de vida y, además, soy un fiel concurrente al estadio de mis amores, brindaría felizmente por esta decisión, aunque sé que nos perderíamos lo más lindo de este deporte, que es la “rivalidad o lucha de cánticos” entre las dos parcialidades. Pero lamentablemente, ya hay que reconocer que la violencia en el fútbol es una batalla perdida y que sólo hay que razonar y saber que no hay que lamentar más muertes, la gran mayoría injustas e injustificadas.

12 de marzo de 2011

Hasta siempre...

Por Matías Alba.


Parece mentira las cosas de la vida. No puedo entender como algunas veces tengo que escribir una nota para volcar en palabras la felicidad que tengo por algún acontecimiento importante en mi vida o –como en esta oportunidad- para poder expresar el dolor y la angustia que padezco.
  Increíblemente, ahora tengo que hablarte a vos Pedrito, que el jueves me dijiste adiós…
  Si hay partidas, no hay dudas que la tuya es de las más inexplicables. Cuando me enteré, una acumulación de sentimientos se juntaron en mi cabeza y corazón. Y enojos también.
  La verdad que relativamente nos conocimos poco tiempo, pero en ese lapso no dejaste de demostrarme lo excelente persona que fuiste. Siempre teniéndome en cuenta para cosas o eventos importantes, brindándote para lo que necesite yo o alguien de mi familia. Tampoco puedo olvidar cuando no nos veíamos por dos semanas y recibía tus mensajes de texto con el infaltable: “Qué hacés desaparecido”, y siempre acompañado de una palabrota delante o detrás de la frase. Me río pensándolo. Obviamente, yo te respondía con otra.
  Tampoco olvidaré la hermosa y especial salida que hicimos al cine y después a tomar algo. “Vos que te hacés el amante del Che Guevara, vení que te llevo a un lugar top”, me dijiste con tu siempre sonrisa cómplice. Y ahí desembarcamos en el bar del Hotel de Alan Faena. ¡Qué bien que la pasamos! Nos contamos y confesamos de todo.
  También recuerdo con carcajadas el show improvisado de “pasitos de canciones” que hicimos en el escenario del cumpleaños de quince de tu hija. La rompimos… ¡Qué caraduras, por Dios!
  Pedro querido, gracias por aparecer en mi camino y ayudarme a hacerla más feliz. También, como una persona muy vinculada a la iglesia que fuiste, muchas gracias por enseñarme a creer y tener más fé. Por eso ahora (aunque hay hechos que me cuesta entenderlos), sé que arriba te recibieron por la puerta grande y que estás en un maravilloso lugar y que todos los que te queríamos tenemos un nuevo ángel en nuestras vidas.
  Me duele mucho que todavía nos quedaba mucho por conocernos y que mi hijo Luca no pudo tener de amigo a una persona como vos. Sin embargo, me tranquiliza que te dije todo lo que te quería personalmente y que sabías lo agradecido que estaba hacia vos.
  Pedrito, te quiero muchísimo, siempre estarás en mi corazón y eternamente te recordé con esa sonrisa única que tenías.
  Hasta siempre y alguna vez nos volveremos a ver y nos daremos un abrazo interminable y nos joderemos como lo hacíamos siempre.
  Simplemente, muchas gracias amigo…