29 de junio de 2008

Ciencia Criminal


Por Florencia Benigno

Es bien conocida la utilidad de los avances científicos para la criminología, sobre todo en lo que respecta al análisis de los objetos encontrados en la escena del crimen. Pero la neurociencia aparece ahora con una técnica tanto polémica como revolucionaria: la resonancia magnética funcional que, según aseguran algunos de sus defensores, será capaz de probar o no la inocencia de los criminales.

Según un trabajo publicado el año pasado por el profesor Sean Spence, de la Universidad de Sheffield, este análisis puede ser utilizado como detector de mentiras. Spence aplicó esta técnica a Susan Hamilton, una escocesa acusada de envenenar a una niña y develó que el cerebro de la mujer actuaba como si ella fuese inocente.

La resonancia magnética funcional es un encefalograma que revela ciertos procesos que tienen lugar en el cerebro. Además de su utilidad como detector de mentiras, se considera que en el futuro podrá funcionar para anticipar conductas criminales. Un estudio publicado por investigadores del Bernstein Center for Computational Neuroscience de Berlín reveló, en efecto, que esta técnica es capaz de prever intenciones. Los científicos estudiaron a un grupo de personas y pudieron adivinar en la mayoría de los casos si iban a sumar o restar los números que les mostraban en una pantalla.

Los análisis neurocientíficos todavía no son prueba suficiente como para determinar la culpabilidad de un acusado, pero en Estados Unidos ya están cobrando papel importante y algunos jueces las utilizan para determinar una sentencia. La ayuda de la ciencia no debe ser menospreciada, pero tampoco puede pensarse en emplearla obligatoria e indiscriminadamente, ya que el uso de este tipo de encefalograma contra la voluntad de un acusado violaría los derechos humanos de la libertad y privacidad de pensamiento.

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