7 de febrero de 2009

Marcas del corazón


Por Matías Alba

Dicen por ahí que el tiempo cura las heridas, como si fuera una madre ocupándose del raspón de un chico que jugó a la pelota. Y es muy probable. Sin embargo, lo que puedo asegurar, es que el tiempo no le triunfa al olvido.
Cuando una persona marca a fuego tu corazón, es imposible que algo pueda borrar ese “sello” único e indescriptible. Ni las lágrimas más intensas podrán lograr ese cometido.
Qué hermoso es que una “personita” se haya ganado un lugar de tu cálido corazón, ya sea para grabar su nombre, su rostro, sus recuerdos. Y más aún, qué hermoso es cuando el acto es reciprocó.
¿Pero ese cofre (léase corazón) tiene una llave que cualquiera puede tener? Para nada. Esa especial llave uno se la entrega a la persona que es –o fue- totalmente merecedora de obtenerla. Que sabe que va a cuidarla como a nada en el mundo. Que sabe que la guardará en lo más profundo de su pecho.
Pueden transcurrir uno, cinco, hasta diez años; pero siempre estará ese rincón del caprichoso corazón con el cartelito de “Prohibido pasar” colgado de su puerta. Hasta podría haber otra persona que luego se adjudicadora de esa llave o que se gane un sitio en él. No obstante, eso no implica que los anteriores recuerdos, nombres o rostros, se hayan borrado como el mar elimina las huellas de la arena.
El corazón no tiene muchísimo espacio para ocupar, entonces, cuando uno se gana un lugar en el del otro, se convierte en un verdadero privilegiado en la vida. Y, especialmente, cuando es en la persona que ya se ganó un rincón del tuyo.


1 comentario:

alicia dijo...

Me encantó la nota maty, me emocionó mucho.
Te kro mucho!
Ali