8 de marzo de 2009

El país que no miramos

Por Matías Alba

“Vos pensás así porque nunca le pasó nada a un familiar tuyo”, es la idiotez que me dicen varios en diversos momentos de mi vida, con respecto a mi “rara” manera de pensar sobre que nadie tiene derecho de quitarle la vida a otro, ya sea en un asesinato como en una condena a la pena de muerte.
Cuando una persona mata a otra merece, obviamente, ir a la cárcel y, depende la causa o el hecho, estar muchísimo tiempo o toda la vida tras las rejas. Así de simple (junto a una seria política de inclusión social) se resolverían los tan graves problemas que vivimos todos los días en nuestro país. Entonces, me parece, en realidad habría que reclamar y exigir que actúe -de una vez por todas- la justicia en Argentina, en vez de que todo el mundo quiere convertir la ciudad en una selva. Ejemplificado: no hay que matar a nadie, los delincuentes tienen que verdaderamente cumplir las condenas y, además, en la cárcel tienen que realizarles un excelente y correcto trabajo de integración a la sociedad. ¿Y los que no quieren o pueden aprender? También es muy simple la repuesta: que cumplan la cadena perpetua y listo (vale aclarar que no es nada lindo estar en prisión).
Sin embargo, hay casos que demuestran lo lejos que estamos de la madurez como país y sociedad. Por ejemplo, en estos días salió La Diva de los teléfonos (y de otra cosa no podía ser) a hablar en televisión de la inclusión de la pena de muerte, de “quien mata, tiene que morir, aunque sea joven y pobre” y de los Derechos Humanos. Fue muy gracioso escucharla hablar como una “ciudadana común” y que en su discurso vaya mechando las siguientes frases: “mi chofer” y “el tiempo que estuve en Miami”. Mi pregunta es: ¿eso es un “ciudadana común”?
No obstante, la gente –especialmente la nefasta clase media- aplaudió a la rubia como si fuera una heroína o la nueva y verdadera voz popular.
Pero gracias a Dios, luego también apareció en televisión una señora (no es ninguna Diva, ni nada parecido) llamada Ana, que resultaba ser la viuda de Hernán Landolina, el profesor de Educación Física brutalmente asesinado. “Yo no estoy de acuerdo con la pena de muerte, cada uno tiene su manera de pensar y lo respeto, pero no quiero que me pongan en ese papel", afirmó la ejemplar vecina de Lomas del Mirador, que justamente, sufrió una pérdida muy importante en su vida. Y así, capaz, le hizo meditar a todos los supuestos “justicieros” que se ponen en la piel de otros y opinan como si poseerían la verdadera receta a los graves problemas de la inseguridad (obvio, nunca nombran la falta de cultura, educación e integración que existe actualmente).
Hasta que no crezcamos y cada uno se haga cargo de lo suyo no avanzaremos a ningún puerto (sería interesante que estos mismos “justicieros” -incluída La Diva- también griten en todos lados a quiénes votan para manejar al país). Hasta que no nos dejemos de mirar el ombligo y miremos a nuestros alrededores, no podemos opinar de nada ni de nadie. Hasta que dejemos de ser un país individualista y chato de mentalidad, no podemos esperar nada positivo. Hasta que no nos unamos, razonemos y seamos solidarios, simplemente, seguiremos esperando el alba.

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