23 de marzo de 2011

Lamentablemente, no hay otra opción…

Por Matías Alba
Siempre me rehusaba a esta medida. No había forma de entenderlo. No podía imaginar un partido de fútbol sin lo más lindo que existe en ese único mundo: el folclore futbolístico.
  Sin embargo, ahora, y lamentando una nueva víctima, estoy convencido que la única forma para que se terminen las muertes en el fútbol argentino es jugar los partidos sin el público visitante. Especialmente, porque de esta manera se le termina “el negocio” a varios, como dirigentes, barrabravas y policías, entre otros.
  El último asesinato sufrido en el mundo de la pelota, el de Ramón Aramayo (36 años), abrió varias incógnitas (algunas nuevas y otras no tanto): para arrancar, hay que saber que ya estaría casi confirmado que al simpatizante de San Lorenzo lo mató la policía y –aunque usted no lo crea- la Comisaría 44 (de donde son los correspondientes efectivos) desde hace mucho tiempo vienen cometiendo diversas irregularidades. Sin titubear, se podría asegurar que los hechos de violencia y el asesinato de Aramayo no fueron casuales: la bronca acumulada en la Policía Federal por la limpieza iniciada esa semana por la ministra de seguridad, Nilda Garré, estalló de bronca a varios comisarios. Y encima, según las investigaciones de varios periodistas (como Gustavo Grabia), ese hecho sólo habría sido el inicio de una verdadera movida de la Federal para desestabilizar a la ministra de Seguridad.
  En resumen, el asesinato de Aramayo producido por efectivos policiales de la seccional 44, no sería una mera casualidad. "La policía, primero, liberó la zona para dejar que la barra de Vélez llegara hasta la calle Baragán -por donde ingresa siempre el visitante- y tirara piedras contra la gente de San Lorenzo. Y cuando los del Cuervo reaccionaron, los canas empezaron a los palazos limpios, pero sólo contra los de San Lorenzo. Estaba todo muy bien armado. A Ramón lo mataron a golpes, estando en el suelo y esposado", dijo un testigo directo del hecho.
  Por todo esto (y muchos más ya sucedidos), no hay dudas que un encuentro de fútbol con sólo el público local sería la solución inmediata y más sensata para terminar con la violencia o, directamente, con víctimas fatales en el fútbol. Además, como ya afirmé anteriormente, se le termina el “juego sucio” a varios personajes que viven o aprovechan del deporte más popular del país para realizar sus negociados.
  Por otro lado, si sólo concurriría los hinchas locales a los partidos, volvería mucha familia a los estadios y podrían hacerlo muy tranquilos, sabiendo que pueden lucir sus camisetas sin problemas, ingresar por cualquier calle y salir sin miedos. Personalmente, ahora que soy padre de una nene que está pronto a cumplir su primer año de vida y, además, soy un fiel concurrente al estadio de mis amores, brindaría felizmente por esta decisión, aunque sé que nos perderíamos lo más lindo de este deporte, que es la “rivalidad o lucha de cánticos” entre las dos parcialidades. Pero lamentablemente, ya hay que reconocer que la violencia en el fútbol es una batalla perdida y que sólo hay que razonar y saber que no hay que lamentar más muertes, la gran mayoría injustas e injustificadas.

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