15 de septiembre de 2008

Y lo seguiremos esperando...

Por Juan Ignacio Apogliessi


El respeto a la diversidad de opiniones es la base de una sociedad que crece.

Y en la filosofía futbolística no siempre se defiende este principio. Aplaudo la opinión de Facundo Bianco y de Matías Alba -quien no ha firmado al nota anterior pero quien es indefectiblemente su autor- a la hora de analizar el presente de nuestro seleccionado nacional de fútbol y del propio entrenador responsable de el.

Sin embargo, y dejando mi conformidad a la idea de la existencia de un manejo muy básico de los medios del que hablaba Facundo, hoy creo que Basile es una acumulación de cosas cuya relación con el fútbol no convence. Por lo menos a mi.

Hablando, en principio, de lo estrictamente deportivo, el Coco no llama la atención como debería hacerlo el responsable de una de las selecciones más importantes del mundo, en base a nombre e historia, como creo que es la Argentina. Su planteo futbolístico es, cuanto menos, pasado de moda y basado en ideas que no tienen el mismo lugar que en el año 93, cuando "América era nuestra". No hay sorpresa, no hay evolución y eso se refleja en la cancha, con una filosofía que no deja dar dos pases seguidos y donde existen jugadores que fueron consagrados como "Maradonitas" -por el periodismo, quizás- sin saber, aún hoy, si llegarán a ser algo parecido, o por lo menos inmensamente inferiores, al gran Diego futbolista. En eso hay culpa del Coco.

Un dato nomás. Cabrero, campeón con Lanús, tenía como ayudante de campo a Luis Zubeldía, bastante más joven y, por ende, portador de otra visión de juego, de otra forma de un fútbol que evoluciona. Hasta Ramón Diaz, quien va a discutir sus logros, opto por Sebastian Rambert como segunda voz, percatándose de ello.

Hay otros ejemplos que contrastan al banco del Coco y sus eternos consejeros, que más allá del talco, del faso, del cafe, del bar, de la experiencia y no se que más cosas de que este cuerpo técnico-bueno hace quince años atrás, no hoy- se jacta aunque no entienden que Aguero es media punta y precisa un nueve a su lado, que Riquelme solo es importante sin un Messi que sea alguien antes de creersela, que Cambiasso y Heinze solo son útiles en equipos europeos que los tienen como reyes y que no había que esperar que Abbondanzieri se haga el lesionado una vez más para que Juan Pablo Carrizo tome la riendas de un arco que lo espera desde que agarró la titularidad en River. En fútbol todo es discutible, por eso discuto y dejo abierta la misma.

"Soy seleccionador, no entrenador", supo decir alfio Basile. Sin embargo cobrará como lo que no dice ser.

Hablar de lo no deportivo llevaría un tiempo largo. Opto por resumir la cuestión en que a nadie le importa si Basile tiene experiencia, si es un tipo de barrio, si su filosofia de fútbol es pintoresca, si su historia como futbolista y entrenador es interesante, si a la hora de poner un equipo en cancha a uno lo apena prender el televisor para ver jugar a nuestra selección frente a Perú, con un planteo inconexo y con la sensación de que en vez de Perú -con el respeto que se merece- el equipo que está en frente es el Ajax de Cruyff.

De mi parte prefiero un técnico que se tome una coca, que no sepa nada de tango y que no haya ganado nada, pero que viaje a ver jugadores, que se imponga a los camarilleros y que entienda que un jugador de 1,70 no puede ser la única referencia en el area que tenga un Messi, que de todas formas no la suelta creyendose, muy iluso, que todos lo admiran por ello.

La discusión, repito, está abierta. Pero, con respeto a su gran pero viejo curriculum de ganador, Alfio Coco Basile no está a la altura de las circunstancias. Y el periodismo no ayuda.

Seguimos Esperando el Alba.

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