23 de mayo de 2008

“Seamos realistas, pidamos lo imposible”


por Florencia Benigno


En 1968 los jóvenes parisinos llenaban las paredes con pensamientos de transformación cultural y social: “Vivir el presente”, “Prohibido prohibir”, “La imaginación al poder”, “La revolución hay que hacerla en los hombres antes de que cristalice en las cosas”…

Transcurría el mayo francés, la ola de agitación social que comenzó con una protesta estudiantil en la Universidad de Nanterre y terminó con la renuncia del entonces presidente francés Charles De Gaulle. Ideas revolucionarias, manifestaciones, revueltas y ocupaciones de edificios, llamaron inmediatamente la atención de un mundo que llegaba al fin de una década de cambios. Eran los ’60, la juventud hablaba de Sartre y Simone de Beauvoir, bogaba por un cambio, se oponía al capitalismo y repudiaba la guerra en Vietnam.

Cuatro décadas después, algunos filósofos afirman que terminó la historia humana entendida como lucha de ideologías. El capitalismo reina y los jóvenes son los más importantes consumistas.

En un mundo que plantea la sustitución de la ideología por la economía, el mayo francés nos invita a pensar, por lo menos, la consigna de aquellos parisinos inspirados por pensadores como Herbert Marcuse y Louis Althusser que escribían: “No queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre supone el riesgo de morir de aburrimiento”.

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