16 de abril de 2008

La pelota no se mancha


Por Matías Alba

¿Quién o quiénes son los verdaderos culpables de la violencia en el fútbol argentino? ¿O en realidad habría que mirar mucho más allá de la pelota? La sociedad Argentina -en su gran mayoría- está infectada por la violencia, el malestar, la irritación, la falta de valores y el egoísmo, entre otros puntos negros. Por consiguiente, varios integrantes de esa sociedad -que congenian perfectamente con los requisitos mencionados- aprovechan el mundo fútbol, y su gran economía, para convivir en él y manejarlo a su merced, y también a la de sus jefes. Entonces, hay que tener bien en claro que el fútbol -su historia lo ratifica- es el deporte más hermoso y sano del universo.

Sin embargo, la plaga y la miseria que abunda en el país se traslada a ese deporte tan pasional. Sin olvidar, que habría que sumarle el suculento sueldo que se puede adquirir, por tan sólo ser el grupo que “cope” la popular local y así tener la batuta para cantar a favor de los dirigentes. Todo lo demás llega solo. ¿No da para pensar o sospechar que existan barras bravas de un club que son hinchas de otros, o que la banda “dura" de River Plate es amiga de la de Independiente? Parece ser que ya llegó el punto que el poder y el vil metal es más importante que los colores y el sentimiento hacia un cuadro. Dónde habrán quedado las palabras de Enrique Santos Discépolo en la película “El Hincha” (1951) cuando aseguraba: “El hincha es lo más importante de un club de fútbol. Es el corazón. No sería nada del fútbol sin el hincha”.

Es una lástima que todavía muchos medios informativos y también muchos políticos insistan con tratar de buscarle el pelo al huevo y no observen y analicen que, en realidad, el principal problema se hereda de afuera. De lo contrario, seguirán habiendo muertos, populares vacías (pero los barras -perdón, los violentos- en las plateas) y algunos partidos sin público. Pero especialmente, seguirán manchando a la pelota.

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