30 de abril de 2008

Cholulismo



Por Facundo Bianco

El pedestal es traicionero. Mirar a todos desde arriba debe generar una sensación bastante particular. Más, si los que están abajo corean tu nombre, flamean banderas con tu cara y aprueban cada una de las palabras que decís, envalentonando hasta el discurso menos combativo.

El éxito marea, dicen quienes lo sufrieron, lo sufren y lo sufrirán: artistas, actores, jugadores de fútbol, y hasta cualquier cuatro de copas que tuvo algunos minutos de la mal considerada fama. ¿Y los políticos? Claro, también los políticos. Si no pregúntenle a Néstor Kirchner, quien la semana pasada coronó su asunción a la conducción del PJ con un acto en Ezeiza, que solo sirvió para que el glorioso sindicalismo argentino elevara su ego.

En un momento de convulsión y ebullición social, en pleno conflicto con “el campo”, entre índices de inflación mentirosos y bolsillos complicados, y con un ministro de economía recién despojado de su cargo, el ex presidente destinó parte de su discurso a referirse al nuevo afiliado que tiene el partido que ahora conduce.

“Yo siempre quise ser el 10 del PJ, pero me parece que ya tenemos al 10. Gracias Diego por confiar en la presidenta argentina”, adelantó Néstor Kirchner, desde su escenario, cuando promediaba el acto. Subido a la arenga general, sentenció con la siguiente frase: “Diego, vos sos pueblo".

Se pueden decir cosas impensadas desde el pedestal. Quizás sea la altura que apuna los pensamientos. No puedo asegurarlo, nunca estuve allí. Pero la realidad brinda ejemplos de los más variados donde el orador se anima a cualquier frase. Por suerte, “todo está guardado en la memoria”.

El contacto entre el marido de Cristina y el ex de Claudia Villafañe llegó a través de Alejandro Granados, intendente de Ezeiza, donde actualmente vive el ex futbolista junto a su novia. Dime con quién andas y te diré quién eres. Entonces, ¿quién es Alejandro Granados?

Menemista de la primera hora, cultivó la amistad del riojano desde antes que sea presidente, en su restaurante El Mangrullo, sobre la Autopista Riccheri. Fue en su casa, el casco de estancia La Celia, en los bosques de Ezeiza, donde se celebró el triunfo de Carlos Menem en 1989. En la cancha de fútbol de su estancia solía jugar la comitiva presidencial, cuando no jugaba en la quinta de Olivos.

Además del famoso restaurante, Granados cuenta con la propiedad de cabezas de ganado. Pero nada de esto parece estar a su nombre: en 1996 la Justicia le embargó el sueldo de intendente, tras una denuncia de dos ex empleados, que no detectaron propiedades a su nombre.

Jugó a ser amigo de poderosos políticos hasta 1995, cuando por fin se decidió a entrar a la arena política y fue electo como intendente del partido de Ezeiza. Su mujer, Isabel Beatriz Visconti, fue electa diputada nacional por la provincia de Buenos Aires allá por 1993. Granados es también amo y señor del club Tristán Suárez (milita actualmente en Primera B), y hasta integró una lista opositora en River Plate.

Además, Granados fue promotor del método Ruckauf para combatir la inseguridad. “Tenemos que meter mano dura”, manifestó en alguna oportunidad. Incluso llamó a la población a armarse “porque estamos en guerra con ellos (los delincuentes), y la guerra hay que librarla: es a matar o morir”. Otra de sus célebres frases fue: “En estos momentos, en ninguna casa debe faltar un arma”. De hecho, cuando Ruckauf convocó al ex carapintada Aldo Rico como ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires, Granados se mostró contento: “Tengo muchísima fe que la gestión de Rico va a ser más que buena”.

¿Maradona es pueblo? Es más complejo definir al pueblo, y sus conductas, que al mismísimo Diego Armando. Sin dudas, fue “barrilete cósmico y genio del fútbol mundial”… siempre dentro de una cancha. Pero eso no lo hace, o por lo menos no debería hacerlo, inimputable. Y mucho menos inimputables son nuestros gobernantes y Kirchner, en este caso.

Es un dato estadístico: Cada presidente electo, pronunciándose en contra o a favor del nefasto Menem, quiso su foto con el ex capitán de la selección nacional. Es posible justificar la foto, porque una cosa es el ídolo deportivo y otra, muy distinta, su punto de vista sobre la política y el poder. Pero ¿es necesaria semejante sentencia de una de las figuras políticas más importantes de la actualidad argentina? Por más puesto de poder que ocupen los políticos, han demostrado no ser ajenos al vicio cholulo del argentino medio.

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