29 de octubre de 2008

El indio latinoamericano no ha muerto


Por Facundo Bianco

Tiene vueltas la historia. Los últimos siglos tienen más manchas de odio y muerte que otra cosa, pero cada tanto aparecen algunos momentos singulares y gratificantes. Definitivamente se trata de un triunfo cuando vemos a un aborigen boliviano gobernando las tierras que les fueron robadas a sus ancestros. Y más aún cuando, lejos del rencor y la venganza, intenta refundar un país en decadencia desde hace siglos, recuperando los recursos naturales y poniéndole estrictas pautas a las empresas que quieran invertir -y no saquear- en Bolivia.

Así es como Evo Morales se ganó el odio acérrimo de las pocas familias ricas que dominaron Bolivia durante siglos, empobreciendo a un pueblo que cuenta con los recursos naturales suficientes para ser un país importante para la región.

Pero Evo no se detiene, y ha vuelto a convocar a sus compatriotas a votar en el referéndum por la nueva Constitución, el 25 de enero de 2009.

Más de cuatro millones de bolivianos deberán responder una pregunta larguísima: “¿Está usted de acuerdo con refrendar el texto de la nueva Constitución Política del Estado, presentado por la Asamblea Constituyente y ajustado por la Comisión Especial de Concertación del Honorable Congreso Nacional, que incluye los consensos logrados en el diálogo entre el gobierno con los prefectos y representantes municipales sobre autonomías, incorporando el resultado de la consulta sobre el artículo 398 a ser resuelto en este mismo referéndum y que la misma sea promulgada y puesta en vigencia como nueva Ley Fundamental del Estado boliviano?”.

La pregunta sobre el artículo 398 refiere a la cantidad de tierra que una persona podrá poseer. Ese 25 de enero los electores deberán decidir –en el mismo papel– una cuestión también extensa. “¿Está usted de acuerdo con la propuesta de mayoría de la Asamblea Constituyente para que el artículo 398 del Proyecto de la nueva Constitución Política del Estado sea incorporado a la nueva Constitución Política del Estado con la siguiente redacción: Se prohíbe el latifundio y la doble titulación por ser contrarios al interés colectivo y al desarrollo del país. Se entiende por latifundio la tenencia improductiva de la tierra, la tierra que no cumpla la función económica social, la explotación de la tierra que aplica un sistema de servidumbre, semi esclavitud o esclavitud en la relación laboral o la propiedad que sobrepasa la superficie máxima zonificada establecida en la ley. La superficie máxima podrá exceder las ‘diez mil o cinco mil hectáreas, según los casilleros entre los que se podrá optar’”?

¿Por qué es imposible pensar en una situación así en Argentina? La historia de estas tierras, desde la colonización misma, brinda respuestas de todo tipo y no deja mucho lugar a la esperanza.

Pero nunca se sabe.

Quizás, algún día, el grito del indio latinoamericano llegue hasta Buenos Aires y haga tronar rosas paredes.

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