30 de octubre de 2008

Pato o gallareta

Por Matías Alba

Por cuestiones de tiempo, todavía no pude escribir una nota sobre la designación de Diego Armando Maradona como nuevo DT de la Selección Nacional (adelanto: al Diego lo quiero -hasta fui a su partido homenaje y museo-, pero no al frente del seleccionado argentino. Y mucho menos, que el señor Carlos Salvador Bilardo esté vinculado a la albiceleste).

No obstante, abajo le dejo una nota del blog "No más cristianos en el futbol.com", que en mi opinión está muy cerca de la realidad.


Por: Shabadoo

El último regalito de Don Julio es para él. Ya tiene lo que más quería en esta etapa de su vida, o bueno, al menos en los ultimos cinco minutos: ser el entrenador de la Selección Nacional Argentina.
Como casi siempre sucede con Maradona, hay dos corrientes de opinión absolutamente polarizadas en relación a este nombramiento: por un lado quienes creen que este es el comienzo de una hecatombe autodestructiva para la maltrecha salud del fútbol nacional, por el otro quienes se emocionan con la idea de ver al mejor futbolista de todos los tiempos guiando al equipo de todos, de nuevo.
Es muy fácil caer en un análisis simplista y remarcar que es muy probable que Maradona traslade a su gestión todo el caos que reina en su vida personal. Lo que no es tan fácil es pronosticar si todo ese entorno que habitualmente convive alrededor del ex-capitán será tan inlfuyente en el equipo, a la hora de los bifes, es decir, cuando Sudáfrica se vaya haciendo cada vez más grande en el horizonte.
La química de un grupo es bastante impredecible, pero resulta claro que, por lo menos hasta ahora, el común de los futbolistas mayores de 25 años respetan muchísimo la figura de Diego. Incluso alguno de los que podrían integrar el plantel han compartido vestuario con el Maradona futbolista (Verón, Riquelme). Los menores de 25, si bien no han llegado a vivir con verdadera consciencia la enorme epopeya que significó el tránsito del mejor Diego en la selección (85-90) todavía son capaces de reconocer al mito. Lo cual no significa que a la hora de recibir una reprimenda de un Maradona DT, la misma sea recibida con la humildad y esa carga de respeto/admiración/temor que sí se evidenciaría en un futbolista de mayor edad.
Mas allá de las inexistentes capacidades técnicas que demostró en sus dos experiencias-piloto (Mandiyú y Racing Club) es innegable que el éxito de su gestión dependerá de qué tan bueno sea construyendo esa química de grupo, ralentizando los egos de algunos (Riquelme, Messi) y potenciando el protagonismo de otros (Mascherano). Como en tantas otras cosas en su vida, la contradicción aparece para Maradona al verse casi obligado a conseguir un equilibrio mental y emocional propio, en la búsqueda del equilibrio en el grupo.
También está el “pequeño” problema para Agüero. Se sabe que el yernísimo es jugador de selección. Pero en caso que su rendimiento baje… ¿pesarán los galones de su relación filiar con el DT para afirmar su continuidad en las convocatorias?.
Grondona ha buscado reforzar la designación rodeando a la figura mediática con un equipo conocido, manso para el perfil de AFA y con algo más (aunque no mucha) de experiencia en equipos de primera. Troglio, Brown, Enrique y probablemente el propio Batista estarán trabajando bien con las selecciones juveniles, bien con el plantel de la mayor. Está claro que JHG no quiere saltar al vacío sin alguna clase de paracaídas, máxime conociendo el inestable y volátil ánimo de Diego.
En el aspecto administrativo aparece la figura del último DT campeón del mundo con Argentina: Carlos Bilardo. Desdibujado su prestigio como entrenador, no le dió el pinet para ser candidato por sí mismo y supo encontrar un resquicio que aprovechó para sumarse al equipo, olvidando viejos idas y vueltas con las dos aristas del proyecto (Grondona y el propio Maradona). Dudo que su aportación sea clave dentro del campo de juego, el propio Bilardo sabe que nunca fue saludable imponerle ideas a Maradona, sino mas bien acompañarlo en cada una de sus decisiones con la máxima condescendencia posible. Es la única posibilidad que admite esta relación.
En el plano mediático está todo encaminado. el concenso de los gigantes (TyC, Clarín,Fox) es total. La personalidad, la leyenda y la polémica que encierran el perfil maradoniano resulta una campaña publicitaria enorme para la alicaída convocatoria de un equipo divorciado con el verdadero hincha de fútbol.
¿Y el juego?.
Imposible aventurar que mostrará un equipo con el sello maradoniano. Como en los últimos 2 años, el grado de improvisación y talento individual determinarán los partidos en favor o en contra. Pero a diferencia del ciclo anterior, ahora los futbolistas son conscientes que sus rendimientos estarán completamente expuestos a la crítica general, al menos durante los primeros 5 partidos de la era Maradona. Seguramente no existirá jugador de selección que no se haya planteado una eventual borratina inmediata del equipo en caso de “no responder” a los indescifrables y cambiantes códigos Maradonistas. Eso puede resultar muy positivo… o verdaderamente nefasto.
Los extremos, y no precisamente los delanteros, reinarán en este ciclo. Será todo o nada. Pato o gallareta.
Grondona lo sabe, Bilardo lo sabe, los futbolistas lo saben. ¿Maradona lo sabe?

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