14 de octubre de 2008

Nada para festejar


La maldición de Malinche

Del mar los vieron llegar,
Mis hermanos emplumados,
Eran los hombres barbados,
De la profecía esperada.

Se oyó la voz del monarca,
De que el Dios había llegado,
Y les abrimos la puerta,
Por temor a lo ignorado.

Iban montados en bestias,
Cómo demonios del mal,
Iban con fuego en las manos,
Y cubiertos de metal.

Sólo el valor de unos cuantos,
Les opuso resistencia,
Y al mirar correr la sangre,
Se llenaron de vergüenza.

Porque los dioses no comen
Ni gozan de lo robado,
Y cuando nos dimos cuenta,
Ya todo estaba acabado.

Y en ese error entregamos
La grandeza del pasado,
Y en ese error nos quedamos,
300 años esclavos.

Se nos quedó el maleficio,
De entregar al extranjero
Nuestra fe, nuestra cultura,
Nuestro pan, nuestro dinero.

Y les seguimos cambiando,
Oro por cuentas de vidrio
Y damos nuestras riquezas
Por sus espejos con brillos.

Hoy en pleno siglo XXI,
Nos siguen llegando rubios,
Y les abrimos las casas
Y los llamamos amigos.

Pero si llega cansado,
Un indio de andar la sierra,
Lo humillamos y lo vemos,
Cómo extraño por su tierra.

Tú, hipócrita que te muestras,
Humilde ante el extranjero,
Pero te vuelves soberbio
Con tus hermanos del pueblo.

¡Oh Maldición de Malinche!
Enfermedad del presente
Cuando dejarás mi tierra
Cuando harás libre a mi gente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Juancito, lo prometido es deuda. Mi comentario lo hago acá porque, primero, me gustó mucho lo que leí y, segundo, quisiera agregar algo.
Junto con Víctor Heredia quiero preguntar:
¿Qué hubiéramos sido, si hubiéramos podido ser en toda nuestra plenitud?
Aún hoy hay que "tratar de reconstruir desde las tinieblas la historia de los pueblos de los que ni siquiera sus huesos han sido respetados".
Por último, escuché ese mismo día en que se cumplían tantos años de la colonización, describir el hecho por un periodista, del que ahora no recuerdo el nombre, como un "intercambio de culturas". Yo diría más bien, un genocidio de culturas.

Eso es todo, besote,

Sole