30 de octubre de 2008

Enfermedad incurable...y ramificada

Por Matías Alba

La enfermedad se sigue ramificando...

Los malos ejemplos siguen aumentando, y hasta le dan puestos...


Nota publicada por Daniel Arcucci en La Nación.com, el 11 de diciembre de 2007.






Bilardo y el "folklore" del fútbol

Carlos Bilardo asumió como Secretario de Deportes del nuevo gobierno de la Provincia de Buenos Aires justo cuando el propio Diego Maradona lo señaló como responsable directo del famoso bidón contaminado que afectó al brasileño Branco en el Mundial de Italia 90. Si se hubiese tratado de una denuncia involucrando a un funcionario de cualquier otra área, el tema podría haber sido hasta primera plana de los diarios. Pero no. Ocurrió en el mundo siempre generoso del deporte, donde los trapos sucios suelen lavarse en casa y, cuando toman estado público, se los trata de modo casi folklórico.
"Lo del bidón es algo que se le ocurrió a Carlos y Carlos es así, ¿qué querés que te diga?", contó Maradona, en el último número de El Gráfico. Ni la FIFA ni la AFA amagaron siquiera una investigación sobre el tema. Era esperable. Tampoco la Confederación Brasileña de Fúbol (CBF) exigió aclaraciones. La jungla del fútbol acepta el hecho como parte del juego. ¿Y la función pública qué? ¿Tampoco al menos un debate sobre el tema? ¿No le caben al deporte las mismas generales de la ley que rigieron para otros candidatos, del gobierno que fuere, objetados en otras áreas por razones éticas?
¿Cuáles habrán sido las motivaciones del nuevo gobernador, Daniel Scioli, él también arribado a la función pública gracias a la notoriedad que alcanzó con sus éxitos deportivos? Como deportista, Scioli también adhirió al credo bilardista de que lo único que vale es ganar. ¿Cómo no recordar su coronación como campeón mundial de la clase II del offshore cuando su Frigidaire Turbo de Alba con motor de 1.100 caballos de fuerza arrasó corriendo a veces contra absolutamente nadie, compitiendo sola en su categoría y, en otras carreras, contra apenas dos o tres rivales que además tenían embarcaciones menos potentes? Eran éxitos, sin embargo, destacados con enormes titulares de prensa, mientras Nuevediario gritaba que Scioli ya había superado a Carlos Reutemann y que los argentinos "no teníamos un deportista tan ganador desde los tiempos de Juan Manuel Fangio" (sic). La exagerada difusión de su éxito deportivo sirvió luego de trampolín político, primero de la mano de Carlos Menem, luego del kirchnerismo.
Bilardo, a diferencia de Scioli, sí compitió en serio. Fue campeón mundial, ganó otros títulos y demostró que realmente sabe en su oficio. Ganó (y también perdió) aferrado siempre a su discurso de que, en el deporte de competencia, "lo único que sirve es ganar", que "del segundo nadie se acuerda" y que "una final es cuestión de vida o muerte", como lo reiteró inclusive en su rol de comentarista, en un recordado relato en plena final del Mundial de Alemania 2006. No se trata, por cierto, de un discurso que pueda extenderse a la función pública. No parece un modelo aplicable, por ejemplo, a los Torneos Evita, en los que el fútbol es simplemente una herramienta para la inclusión, la salud y la educación. Y en los que no puede gritarse que al rival hay que "pisarlo". Y, mucho menos, repartiles bidones contaminados.

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